Sábados mediodía a lo grande
Este fin de semana he recuperado ese hábito de salir de cañas por Madrid a mediodía.
Era una buen oportunidad, ya que se celebraba el “Concurso de la tapa”, que consisitía en hacer una ronda por algunos bares seleccionados de la capital y probar la tapa estrella. Tapa + caña a 2 €.
Nos encaminamos MC y yo, mapa en mano a hacer la ronda.
Evidentemente nos perdimos varias veces, (MC, tu y yo a Pekín Express no!!) hasta que logramos encontrar en el primer bar donde pudimos degustar una de las tapas estrella.
(Habíamos entrado a algún otro, pero o la cerveza se había acabado (¡!) o la tapa que optaba al premio se les había agotado).
Total, que nos metimos en el cuerpo unas migas con uvas que estaban riquísimas.
Continuamos con el recorrido, no sin perdernos unas cuantas veces más , hasta que él decidió pasar del concurso e irnos al antro de cañas más tremebundo de todo Madrid.
El camarero posa para mí!
Eso era un desmadre; con dos cañas te ponían unos platazos de patatas con salsa brava del Pryca (sisi, del Pryca no del Carrefour), unos platos de paella con trozos de jamón que parecían chicles....
Encima de fondo, tecnochunda de Radikal Toledo meets Daddy Yankee meets Dj Javi Tron.
Ahora, servidora no paraba de beber. From lost to the river, que diría el Príncipe Carlos.
Cuando ya nos quedamos SIN PASTA y MC me bajó de la barra, sólo a mí se me ocurre a las 5 de la tarde irnos de copas.
Tras insultar al cajero (automático) del “Caja de Badajoz” en plena Gran Vía por osarse a cobrarme 3 euros de comisión; vislumbramos un Caja Madrid donde pude sacar dinero sin utilizar la violencia contra un aparato inerte.
En el Chicote estaba media Andalucía ahí metida, ayudamos a una murcianica a pedirse un cóctel y me pimplé un gin tonic que me supo a gloria.
Cuando dejé a MC en el metro para jugar un partido de fútbol (No potaste en el corner?) me dirigí a casa con el piloto automático.
Mandé un sms a mis amigas diciendo que a las 22,30 en Callao todas cenaditas.
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Me despierta el teléfono a las 23.00, una voz me dice que dónde estoy y de porqué tardo tanto en pintarme el ojo.
Yo no sabía si estaba en Madrid, en Almería o en Nueva York. Yo preguntándole a la voz que si es que habíamos quedado hoy.
Mis amigas me colgaron, dejándome como caso perdido.
Me volví a dormir, no sin antes vomitar dos veces.
Por tanto, vuelvo a abandonar este insalubre hábito de cañear a mediodía, que me conozco y acabo cantando la parrala en Cibeles en plena hora punta.
Fdo. La nena, Criatura de la noche