Faraway, so close

Recibo una llamada, relativamente temprana para ser sábado y que provenía de mis padres.
Me dicen que están en el Hospital, yo me alarmo.
Me tranquilizan para decirme que se trata de mi hermano, que ha sufrido un ataque de apendicitis y que le van a operar hoy mismo. Hablo con él.
- Lo único que quiero es que me quiten el dolor.
Le duele mucho. Lo noto en su voz.
Le digo que no va a pasar nada, que el lunes estará en casita y lucirá cicatriz.

Pasa el tiempo, yo intento entretenerme ordenando armarios, limpiando un poco, preparando comida.
Segunda llamada. Se ha complicado un poco, me dice mi madre- tenía una infección fuerte en el apéndice y se había ido al riñón. Todavía no lo hemos visto.

Y quiero llamarle a él, pero no puedo. Se que no me va a coger el teléfono porque está trabajando.

Tercera llamada. Ya lo hemos visto, está dormido. Todo está bien ,salvo que le han hecho un pequeño drenaje para la infección. Tiene buena cara. Estará dos o tres días en el Hospital. Cuando estemos en la habitación te llamamos.

Yo no quiero que me llamen. Yo quiero estar allí con ellos, con mi hermano. Yo quiero abrazarle y decirle que es un pedorro guaperas, y quiero que me diga isoponcia, eres un coñazo de hermana.

Pero no puedo.
Porque estoy lejos.